No podemos enseñar a dibujar a nadie. Hablamos de clases de dibujo pero deberíamos hablar de clases de miradas. Se trata no de enseñar a trazar líneas sino de mostrar dónde están esas líneas, enseñar a identificarlas y a conocer cuáles son sus formas.
Dibujar tiene más que ver con cómo vemos el mundo que con cómo cogemos un lápiz. Cuando dibujamos estamos haciendo constantemente una fotografía de aquello que queremos dibujar y, después, lo trasladamos al papel, a la pared, a una servilleta o a cualquier cosa susceptible de convertirse en un lienzo.
No hay pautas mágicas para dibujar, pero sí podemos hablar de formas, de tipos de línea, de proporciones.
Por eso, cada uno tenemos una manera de dibujar porque cada uno tenemos una forma de mirar, de entender e imaginarnos el mundo. Y, ahí, está lo realmente bonito del arte.