Crees que sabes hacia dónde vas pero no siempre se acierta. Cuando estás convencido de que tu camino es el correcto y de pronto te das cuenta de que no es así, toca empezar de nuevo. De nuevo, porque realmente nunca empezamos de cero. Todos tenemos un punto de partida y somos el resultado de nuestras propias experiencias. Por eso, para avanzar y fijar nuevos rumbos, es fundamental reencontrarse con uno mismo.
Quizás te habías olvidado de tus sueños. A veces, incluso, de soñar.
Nadie dijo que los comienzos sean fáciles. No, no lo son. Pero de ti depende quedarte con lo mágico del momento: son increíbles los instantes difíciles porque se llenan de personas bonitas. Las reconocerás porque están ahí para hacer de las curvas rectas. Cada una te recordará quién eres porque también estamos hechos de las personas que aparecen en nuestra vida.
Empieza de nuevo. Ahora tienes la oportunidad de trazar nuevos planes. De inventarte tu propia historia. Leélo bien: invéntate tu propia historia. Déjate sorprender por las experiencias nuevas, rodéate de sonrisas, di sí a todo aquel que aparezca en tu vida con brillo en los ojos, emociónate, y disfruta de todo lo que significa «descubrir».
No creas en los fracasos, habla sólo de cambios. No te hundas en las caídas, aprende a mirarlas como si fueran guiños aunque aún no sepas cuál es su significado.
Olvídate ya de los números. Desapréndete el cuento. No hagas más cálculos con los minutos. Deja de contar el tiempo que no queda.
Empezar de nuevo no significa volver al principio de ningún camino. Realmente se trata de no mirar hacia atrás, pero sí de hacerlo hacia dentro, de saber quién eres tú y de fijar nuevas metas.
No pienses que lo que te está esperando es una línea recta por la que dar un paseo, más bien esta vez se trata de un juego de esfuerzo y resistencia en el que tu papel principal es colocar las baldosas por las que continuar. De ti depende que éstas sean o no amarillas. Bienvenido al nuevo trabajo de construir un día a día, de quererte a ti mismo. Bienvenido, Tú.
Empezar de nuevo tiene que ver con situarse al borde de un precipicio y sentir cómo, desde lo más alto, el aire es capaz de arañar tu cuerpo. Es un simple balanceo. Cuestión de coger impulso y mirar hacia dónde realmente quieres ir, encontrar cuál es tu historia y disfrutar de ese largo minuto.
Y tú, ¿te atreves a saltar?
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