Si en algún momento te has preguntado cómo nacen las ideas, te doy la bienvenida a este nuevo espacio. No es que vaya a resolver tu duda, pero me plantearé muchas otras. Y en esta búsqueda de respuestas quizás encontremos un punto en común.
Una idea es el resultado de un proceso mágico y, como todo proceso, lleva implícito la prueba y el error. No te conformes con la primera idea: guárdala en un cajón y cierra con llave por si tienes que volver a por ella. Sigue buscando. Que no te dé miedo dar la vuelta a las cosas. Retuerce tu idea, tírala a la basura si la consideras totalmente mediocre o escúlpela si ves en ella posibilidades.
No te dejes vencer si la idea no aparece. A veces sólo llegarán avisos: pequeñas luces que se difuminan en tu cabeza y que no te dejan ver bien. Repito: no te dejes vencer. Cierra los ojos. Cambia de rumbo. Desaparece si puedes. Tira del cable y desconecta. Todo es parte del proceso. A veces tendrás que volver hacia atrás para adivinar cuáles son tus siguientes pasos.
No tengo la certeza de dónde nacen la ideas, pero tengo en la cabeza un pequeño laboratorio donde hacer experimentos con todas las mías y compartirlas contigo.
Para comenzar esta aventura voy a intentar, no resolver la duda con la que abríamos esta entrada, pero sí dar la primera pauta para encontrar la solución. Toma nota: para que una idea nazca, será imprescindible llevar puestos los calcetines.