Superposición del sitio

¿En qué momento dejamos de soñar?

A menudo me pregunto en qué momento dejamos de soñar. Lo hacemos. Dejamos de creer en todo lo que veíamos posible porque nos arrastran los imposibles hasta olvidarnos de ser. Permitimos que nos gane lo establecido. Y acabamos asumiendo como correcto todo lo que nos han vendido.

¿En qué momento soñar pasó a ser cosa de ilusos? ¿Por qué no apoyamos los sueños de los demás? ¿Por qué pisoteamos los nuestros? Aprobamos que los sueños nos produzcan ganas de reír y tomamos por locos, en ocasiones incluso por ridículos, a quienes tienen un sueño. ¿Por qué nos parece tan difícil entender que hay miles de vidas posibles?

¿En qué momento dejamos los sueños en el banquillo y pasamos a jugar un partido, sin ganas, al que le dedicamos todo nuestro tiempo y esfuerzo?

Veo nuevas tendencias a diario, gente haciendo los mismos Tik Toks continuamente, usuarios pendientes de un número indefinido de «Me gusta», peatones deambulando por las calles caminando detrás de sus propios pasos con el ritmo acelerado de una rutina que ha caído sobre ellos.

¿En qué momento dejamos de soñar? Llevo toda la semana con esta pregunta en la cabeza, haciendo un recorrido por mi vida, repasando cada instante, intentando encontrar un momento en el que haya hecho «crac» hasta hacer que todo lo que había querido ser desapareciera. Y no lo consigo.

Intuyo que soñar debe ser como el carnet de conducir de la vida. Y que sigue ahí. No se olvida. Quizás sea cuestión de práctica, de plantar un nuevo sueño a diario, de hacer un tachón sobre los imposibles y marcar con purpurina un: A por ello, que puedes.

error: Content is protected !!