Llevo un tiempo haciendo cortacircuito cuando se habla de la «intensidad» como algo no oportuno.
Pero, ¿qué es la intensidad? Según la RAE «Grado de fuerza o de energía con que se realiza una acción o se manifiesta un fenómeno, un sentimiento, etc». Es decir, para escribirlo claro: PONERLE GANAS AL ASUNTO, cualquiera que sea el asunto.

Qué paranoia, ponerle ganas a algo en la «era del a medias»: En un mundo en el que nos dejamos pasar de largo pegados a una pantalla o en las prisas de lo cotidiano, sin pararnos a sentir, a escuchar los latidos, siguiendo la corriente, evitando el mínimo esfuerzo, conformándonos.
Ponemos en una balanza la intensidad y al otro lado ponemos el humo. Querer con ganas a alguien (intensamente), perseguir con intensidad un sueño, construir planes de manera intensa, preparar un proyecto… Y, claro, pesan más las ganas, el esfuerzo, tanto que se quedan anclados en ese lado de la balanza, mientras en el lado opuesto, el humo continúa su viaje, sutil, como el paso del tiempo.